Opinión de Locuras Cuerdas, Publicado por Jorge Chávez. ¨Ahí viene Trump¨.
- locurascuerdas1
- 13 ene
- 3 Min. de lectura
Opinión de Locuras Cuerdas
Publicado por Jorge Chávez ·
¨Ahí viene Trump¨..

ene 13, 2025.
En Tamaulipas no debemos olvidar que durante la administración de Donald Trump, entre 2017 y 2021, se deportaron más de 1.8 millones de migrantes a México. De estos, una cantidad significativa fue devuelta a ciudades fronterizas como Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo.
En aquel entonces se deportaron no solo a personas con antecedentes penales, sino también a inmigrantes sin documentos legales o con violaciones menores de inmigración. Esa implementación de redadas masivas en EU aumentó el flujo hacia México, vaya que lo recordamos muy bien.
Con el Programa "Quédate en México" (MPP) los solicitantes de asilo eran enviados a nuestras ciudades fronterizas mientras esperaban audiencias en cortes migratorias de EU. Tamaulipas, junto con otros estados fronterizos, fue uno de los principales receptores. Aún recuerdo que los albergues y espacios públicos como el bordo del río Bravo donde muchos lo usamos para actividades deportivas, se llenaron rápidamente de familias y personas varadas, algunas por más de un año.
Esta política trasladó el problema del sistema migratorio estadounidense a México, sin recursos ni apoyo suficiente para las comunidades receptoras. Yo que vivo cerca de este lugar me tocó apoyar a los migrantes, como muchos otros matamorenses, en lo personal con agua de la llave afuera de mi casa; hacían filas para proveerse del vital líquido.
Esta política migratoria de Trump trajo a nuestra comunidad fronteriza impactos específicos para Tamaulipas en lo social pues fuimos testigos diarios de lo más cercano a una crisis humanitaria, Reynosa y Matamoros vieron un aumento dramático en el número de personas viviendo en campamentos improvisados cerca de los puentes internacionales. Las condiciones eran precarias: falta de agua potable, saneamiento y servicios médicos adecuados.
Fue evidente que en nuestras ciudades fronterizas experimentamos tensiones por la competencia de recursos y servicios, no estábamos preparados para tal situación, además de que hubo casos de discriminación y estigmatización hacia los deportados y migrantes.
En lo económico los municipios enfrentaron dificultades para cubrir las necesidades básicas de los deportados, desviando recursos de otras áreas prioritarias y los comerciantes locales, aunque en algunos casos se beneficiaron del gasto de los migrantes, también reportaron desafíos por la sobrepoblación en ciertas zonas.
En el rubro de los empleos, la falta de oportunidades laborales formales para los deportados alimentó la economía informal, exacerbando problemas como la explotación laboral, se veían familias enteras con niños mendigando u ofreciendo sus habilidades para lograr un sustento diario que se veía muy lejano y escaso para ellos sin dejar de mencionar el tema de seguridad que era una amenaza diaria para todo el entorno local.
Nos habituamos a la apertura de albergues migrantes temporales. El gobierno de Tamaulipas habilitó espacios temporales, pero la capacidad fue insuficiente ante el mar de inmigrantes. La Casa del Migrante en Matamoros, gestionada por la diócesis local, se convirtió en un pilar clave, pero dependía de donaciones y voluntarios y la respuesta gubernamental fue limitada debido a la falta de comunicación entre niveles federal, estatal y municipal.
La Sociedad civil reaccionó y accionó por medio de organizaciones no gubernamentales, grupos como Médicos Sin Fronteras y HIAS ofrecieron servicios médicos, legales y psicológicos y me consta cómo algunos ciudadanos se organizaron con redes de apoyo para proporcionar alimentos y ropa, pero estos esfuerzos eran insostenibles a largo plazo.
Los deportados enfrentaron muchos problemas emocionales como estrés postraumático especialmente en quienes habían escapado de la violencia en Centroamérica o México, sentimiento de abandono pues muchos deportados habían vivido en EU durante décadas y perdieron sus redes sociales y familiares, sintiendo esa amarga sensación de soledad en tierra ajena, experimentando la falta de identidad ya que algunos deportados nacidos en México, pero criados en EU, no tenían vínculos significativos con nuestro país.
Tamaulipas recibió alrededor del 25% de las deportaciones hacia México durante la primera administración de Trump. Entre Matamoros y Reynosa, se formaron campamentos en las cercanías de sus Puentes Internacionales, con más de 6,000 personas viviendo en condiciones precarias.
Ante las amenazas de Trump es necesario un enfoque binacional integral que incluya protección humanitaria para los migrantes, inversiones económicas en infraestructura local para no golpear los presupuestos de los municipios que se verán afectados y seguridad coordinada para reducir al mínimo la inseguridad que pudiera derivarse de las potenciales deportaciones masivas del presidente número 47 que entrará en funciones el próximo lunes 20 de enero.
Querido y dilecto lector, ya lo vivimos una vez y en función de ese empirismo no es exagerado afirmar que Tamaulipas seguirá siendo una pieza clave en la política migratoria, pero requiere más apoyo federal y cooperación internacional.
El tiempo hablará.
Komentar