Opinión de Locuras Cuerdas:15 de mayo, día del Maestro.
Recuerdo en forma un poco difusa el inició en mi vida academia cuando llegué al primer grado de primaria en el Colegio México con la maestra Nena, así le decían y nunca supe su nombre completo. Viajo en el tiempo hasta ese momento y me veo el niño de seis años que entonces fui y puedo concluir que al ver a mi primera maestra en mi mente pasaba la idea de que la esperanza era una memoria que yo deseaba, y hoy puedo concluir, después de tantos maestros que tuve que el recuerdo es una memoria que ya he gozado. ¡Que hermosa vida en la vida, nos crea así el pensamiento al recordar a nuestros buenos maestros! Ternuras que solo son de nosotros, cuyo secreto no será adivinado por nadie.
Maestros que nos enseñaron que hay movimientos del alma que trastocan toda la habilidad que la vida nos puede dar y que nos dieron todos los goces del conocimiento que no podíamos tener por sí mismo.
Con nuestros buenos maestros aprendimos que, en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la mejor y hoy lo puedo decir, mis maestros y maestras promovieron en mi la claridad, la simplicidad y la efectividad en la solución de problemas y toma de decisiones, no fue solo el piso firme de mi casa, fue también un trazo característico de la personalidad de quienes frente a grupo construyeron mi vida académica y le dieron empaque.
Hoy puedo decir que un buen maestro sabe que, frente a grupo, el amor da ingenio y estilo. Quienes se dedican a la enseñanza nos dan el horizonte civil que debería inspirar toda actividad humana y que el tiempo es demasiado precioso para perderlo en especulaciones ociosas.
En este 15 de mayo reconozcamos que mucho de lo que permanece en nuestras vidas lo fundan nuestros maestros y maestras, y que después de haber estado por años cerca de nosotros en las aulas es que entendemos que hay ausencias que acaban siendo más significativas que las presencias.
Una idea que me acompaña desde mi paso por las aulas en la preparatoria cuando no dimensionaba la importancia de lo que los maestros nos daban, fue cuando una de mis maestras dijo en su exposición introductoria para la clase de ese día, palabras más, palabras menos: “Reemplazar la incertidumbre requiere de certezas, y esas nos las da solamente la educación”. Para mi fue la teofanía de mi vida académica. Gracias, maestros y maestras por las certezas que han sembrado en mi vida y por enseñarme que el pensamiento único degrada al hombre.
Los buenos maestros son creadores de actitudes y por esa razón son imprescindibles. ¡Imprescindibles! Es decir que, como sociedad, no podemos vivir sin ellos, no podemos admitir una vida donde nosotros existiéramos y los maestros no, y viéndolos en retrospectiva filosófica son una parte de nosotros mismos y divinos arquitectos de nuestras vidas.
Maestros y maestras nos hacen el alma robusta, hacen de la pobreza riqueza y de la debilidad fortaleza porque esa es su esencia.
Son el principio de nuestra ampliación y fortaleza académica que nos podrá llevar a surcar caminos desconocidos que se conviertan el día de mañana en conocimiento útil no solo para nosotros sino para la humanidad entera.
Querido y dilecto lector, gracias a la atinada labor de enseñanza de todos esos maestros y maestras se hace patente para nosotros un matiz de diferencia entre el comprender y el mero saber.
Estas letras mas que una felicitación son el justo reconocimiento a la labor de todos esos seres humanos que atendieron la fantástica vocación de la enseñanza que los llevó a la extraordinaria profesión de ser maestras y maestros. A todos ellos y ellas mi abrazo sincero.
El tiempo hablará.
Jorge Chávez.
Comentarios