Martín Sifuentes. Historias de Tamaulipas, Segunda parte. Primeras lecciones del periodismo.
- locurascuerdas1
- 14 mar
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Martín Sifuentes. Historias de Tamaulipas, Segunda parte.
Primeras lecciones del periodismo.

La única escuela universitaria de comunicación en Tampico era privada y para la economía de su casa resultaba inaccesible, de esta forma la vida profesional de Martín Sifuentes tomó su destino al momento que definió su ingreso a la facultad de derecho de la UAT. Ahí tomo clases de Derecho romano e Introducción al derecho; sin embargo, el destino ya había decidido a favor de su vocación de periodista pues al siguiente año en 1982 la carrera de Comunicación se abrió justo en las instalaciones de la escuela de derecho en la que ya estaba.
De aquella entonces flamante facultad de periodismo, recuerda con especial admiración a la maestra Ana Luisa García García, quien, además de ser catedrática, ejercía como jefa de redacción en El Heraldo de Tampico. Sus valiosos consejos fueron clave en su formación profesional. Periodista consumada y de gran trayectoria, siempre le inspiró a Martín un profundo respeto y admiración. Hasta la fecha, sigue siendo una reconocida columnista en el ámbito político.
A estas alturas de su vida, Martín tenía perfecta noción de su vocación como comunicador, pero en el transcurso de su servicio social el destino lo alcanzó para llevarlo a la televisión. Recibió una invitación de su amigo Marco Reyna para ir al canal 9. Aún recuerda a sus compañeros estudiantes que lo acompañaron en esta aventura profesional: Raquel Ponce, Alfonso Chong y Cristopher Mora. Así se puso en marcha el engranaje maravilloso de los sueños. Por fin, el jueves 23 de mayo de 1985, entraba con los dos pies en el mundo mágico de la televisión, este 2025 cumpliría 40 años en el medio.
Una vez que terminó el servicio social lo invitaron a quedarse en el canal 9, donde ya existía un noticiero al cual se incorporó. Este medio televisivo también transmitía los juegos de fútbol de la Jaiba Brava y en una ocasión el narrador oficial, Eduardo Galván, tuvo un problema de salud y el gerente de producción le dijo:
-Oye Martín tu te puedes aventar la narración del juego, ¿verdad?
Y con ese aire de audacia propio de quien anhela abrirse camino le respondió con un sesgo de seguridad muy parecido a quien tiene toda la experiencia del mundo:
- ¡Si cómo no!
Fue entonces que un aire de convicción absoluta vino a Martín desde su pasado, recordando como bajaba el volumen de la televisión en los partidos de fútbol que veía desde su casa para ser él quien, en la intimidad del hogar narrara con emoción los juegos de fútbol, y esos simulacros le dieron el convencimiento necesario para tener la seguridad que proyectó, y sin haber planeado ni haber hecho audición para esta participación real como cronista deportivo en vivo, logró satisfacer a su jefe quien siguió dándole más partidos a comentar.
En uno de esos juegos compartió palco con el Perro Bermúdez, cada uno con sus audífonos y narrando para su compañía televisora, Sifuentes para el canal 9 de Tampico y Bermúdez para Televisa, sin la más mínima sensación de novato frente al ya experimentado comentarista deportivo del canal de las estrellas.
Un hecho determinante en su vida fue precisamente en 1988, la primera vez que estuvo frente a cámaras en un noticiero de televisión para este canal local de Tampico. Fue entonces que una multitud de emociones invadieron su fuero interno al comenzar a experimentar en carne propia lo que era trabajar en televisión, una máquina de encender ilusiones, los nervios de los primeros programas, las llamadas de los amigos, las felicitaciones de la familia, la gente que empezaba a saludarle por la calle, comenzó a sentirse el rey del mundo pero tuvo cuidado para no creérselo demasiado y convertirse en un muñeco sin alma a merced de la fama.
Sesudo lector, los sentimientos encontrados invaden los recuerdos de Martin Sifuentes cuando viene a su memoria la mañana del 10 de enero de 1989 que, al llegar a la redacción del noticiero recibió una llamada que le decían de actividades raras en la casa del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”. Inmediatamente se desplazó para el sitio convenido y cuál fue su sorpresa que llegó justo cuando se estaban yendo los militares.
La casa quedo abierta a merced de Martín y su camarógrafo y entraron, aún no llegaba nadie de la prensa; sintió en su fuero interno el cataclismo emocional de la primicia que, solo los periodistas con olfato innato experimentan al saberse frente a un hecho de excepcional relevancia nacional, mientras se devanaba los sesos tratando de reconstruirlo todo. Minutos después llegaron muchos periodistas nacionales e internacionales, en un breve lapso aquello se convirtió en un maremágnum, el joven Martín se retiró feliz con la grata sensación de que llevaba imágenes que nadie tenía. En medio de su euforia no vio venir su primera cruda lección de vida como periodista, un choque con la realidad.
Llegó orondo y emocionado a la redacción del canal con el ánimo del conquistador que se sabe victorioso con el sabor que dan las mieles de una primicia. Cual fue su sorpresa cuando al medio día de esa histórica fecha le llaman de la gerencia del canal y le dicen:
-Martín, pásanos las imágenes que grabaste, las vamos a guardar y en el noticiero te vas a limitar a leer este boletín de la PGR. Eso es lo único que vamos a decir. Nada más. ¿Te quedo claro?
Querido y dilecto lector, las estructuras existenciales que daban sustento al periodismo novato de Martín Sifuentes sufrieron un derrumbe telúrico, pero curiosamente no lo devastaron porque lo mejor estaba por venir. Próxima parada: Matamoros.
Esta Historia continuará.
El tiempo hablará.
Jorge Chávez Mijares.
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