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LOS MIGRANTES, UN SUEÑO CON INTERMITENCIAS DE PESADILLA.

Por: Jorge Chávez *


Con una oración comenzaron su audacia migratoria, un agente del Instituto Nacional de Migración en forma infructuosa les decía: “Gente se les invita a retroceder por favor, por su seguridad”.

De nada servía, los migrantes ya en ropa interior y con todo el ánimo de echarse a las inciertas aguas del río Bravo iban decepcionados por la lentitud en el proceso de asilo legal y como dominados y fascinados por su anhelado sueño de pisar suelo americano, como si en esa acción per se y por arte de magia se cumplieran todas sus esperanzas.

Bajaron a las orillas del río del lado mexicano en un primer intento; uno de los migrantes en bóxer color gris agachaba su rostro al río y con ambas manos tomaba agua y mojaba su rostro como si estuviera calentando su ánimo y toda su esencia para lo que estaba a punto de hacer. El drama generaba gran expectación, pues otros dos compañeros le seguían, uno con una bolsa de plástico negra con sus ropas y otro más con una niña en brazos.

Alguien de entre la muchedumbre que asistía a este ritual de audacia humana migratoria les dijo: “Por aquí está muy hondo, váyanse un poco más para allá donde no se vayan a hundir”.

Ya casi con el agua en las rodillas decidieron hacer caso a la sugerencia y salieron de las turbias aguas del río Bravo. Los tres migrantes en paños menores se desplazaron entre el gentío a otro punto del cauce; periodistas y curiosos los acompañábamos un tanto incrédulos y con el corazón acelerado por estar siendo testigos del drama migrante en Tamaulipas al norte de México.

Se desplazaron 50 metros río abajo, la voz insistente, pero sin autoridad de dos agentes de migración les volvía a conminar para que abortaran el plan de cruzar a nado; el imperativo disuasorio de la autoridad migratoria mexicana resultaba a los oídos de los migrantes más una sugerencia que una orden imperativa la cual simplemente no acataron y ante la turba humana repetían los oficiales: “Pásenle para atrás”.


Nadie hacía caso. Llegaron al punto conveniente para llevar a cabo su audaz acción de cruzar el río Bravo a nado. Iban convencidos de que nada ni nadie los detendría. Bajaron por una parte de la tierra irregular y entre dos ramales entraron al agua. A los dos migrantes de avanzada les comenzaron a llover las sugerencias de quienes se quedaban en tierra e iban detrás: “No nades, vete tocando la tierra, no flotes, párate, sólo camina”.

De entre el tumulto alguien sugirió: “Vamos a hacer una cadena. El que no sepa nadar agárrese bien de la mano”.

Un menor de edad depositó la confianza de su vida en los hombros de quien parecía era su padre, pues en esta oleada humana nadie sabe si los vínculos familiares son sanguíneos o simplemente como un proceso de adaptación hay que hacer una prótesis familiar y llamar padre, madre o hijo a quien tenga ese perfil y hacer de esa unión su piso firme e inventarse su familia.

Y los que en un principio eran sólo tres varones en ropa interior se convirtió en un desfile humano de hombres, mujeres y niños que, gracias a su valentía o a pesar de sus temores, se arrojaron a las inciertas e impredecibles aguas del río; estaban ahí frente a su destino con un horizonte bastante nebuloso, pero con sus esperanzas desembocadas en estas aguas que veían como el punto final de su larga y azarosa travesía desde sus países de origen y que en cuestión de nadar pocos metros ya estarían en su tan anhelada meta.

Lo curioso de esta breve travesía es que a los pocos metros que hay entre el margen del río Bravo del lado mexicano al americano son escasos diez metros, y ya en los EU los esperaban un número significativo de militares, agentes de migración y de la Border Patrol. Uno de estos elementos del gobierno americano decía infructuosamente desde un megáfono: “Atención, atención, quédense en México. Es ilegal cruzar a los Estados Unidos, si cruzan van a ser deportados. Quédense en México”.

Cinco veces hizo esta mención, las mismas que fueron desobedecidas por los casi 25 migrantes que cruzaron a las 12:30 del mediodía de 11 de mayo del 2023. ¿Qué fue de todos ellos? Hasta el momento de escribir la presente columna desconocemos su situación migratoria. Ésa es su apuesta de vida con altas probabilidades de perder mientras los gobiernos no definan un plan que resuelva de raíz esta crisis migratoria y humanitaria que azota nuestra región.

El tiempo hablará.


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