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Locuras CuerdasPublicado por Jorge Chávez Florinda González Rodríguez. Apología a una gran matamorense.

Publicado por Jorge Chávez ·

Florinda González Rodríguez. Apología a una gran matamorense.




El cronista Jean Froissart se esforzaba en retener los recuerdos y precisar, hasta para sí mismo, los acontecimientos de su tiempo para que la constatación del hecho no disminuyera su realismo, para que la intensidad de la revelación no se redujera con las sombras del paso del tiempo. Eso es lo que hoy pretendo hacer con el recuerdo de una gran matamorense, Doña Florinda González de Pérez, de quien nada de su vida es insignificante o mediano.

Nació el 4 de febrero de 1933 en la Hacienda de San Bartolo, municipio de Cadereyta Jiménez, Nuevo León, hija del vaquero José Refugio González Chapa del poblado de Cerralvo y Eloísa Rodríguez de González del poblado Los Ramones quienes procrearon siete mujeres en el primer tiempo, después vino el único varón y pensando que era el tiempo de que les nacerían puros varones volvieron a tener otras siete mujeres, la niña Florinda fue la penúltima y así tuvieron 14 mujeres y un hombre.

La joven Florinda estudió en una academia comercial en Monterrey y entró a trabajar de asistente en una oficina en el centro de la Sultana del Norte. En una ocasión salió a pasear con sus amigas en el parque La Alameda y en ese andar de la mujer joven que se sabe muy bonita no ponía atención en su entorno inmediato pues ella iba solo en la distracción y amenidad que le brindaban sus amigas, no necesitaba más a sus entonces 18 años.

Pero en una ocasión el destino y Cupido le tenían una trampa de vida, de esas que no esperas y terminan definiendo la existencia de los involucrados. Caminando precisamente por la Alameda sintió la mirada de un joven, fue mucho más que una simple mirada, una descarga de electricidad que la hizo abandonar su actitud displicente a todo aquello que no era su medio ambiente, fueron los ojos de Domingo Pérez Maldonado, un agente de ventas de máquinas Singer que le llevaba cinco años de ventaja en la vida pero también quien le atrapó la atención, la mirada y desde ese momento la vida entera.

Se casaron el 21 de noviembre de 1952 en la emblemática iglesia de La Purísima en el mero centro de Monterrey donde nacieron Nancy Esther, Jorge Alberto, Flora Nelly, Rolando que falleció a los pocos días de nacido, Rolando Javier y Ricardo Israel, este último nació en Acapulco, Guerrero.

Ya casada con Domingo, Florinda se dedicó en los primeros años de matrimonio a ser exclusivamente ama de casa ya que su marido tuvo una meteórica carrera como vendedor de máquinas Singer y ambos coincidían en la idea de cuidar el desarrollo de sus hijos con la cercana calidez de un padre y una madre que les infundieron carácter a todos sus hijos desde su más tierna infancia.

Pasado el tiempo la empresa Singer necesitaba levantar las ventas fuera de Monterrey, fue por esa razón que en 1962 le ofreció a Domingo la plaza de Linares, Nuevo León; cuando se lo propuso a su esposa Florinda, ella le respondió:

-Domingo, mientras la familia este unida voy contigo al fin del mundo.

Ya en Linares a Domingo se le ocurrió la idea de ir a vender máquinas Singer a la sierra de Galeana, aumentaron tanto las ventas que la vida le sonreía a Florinda con un esposo romántico que le gustaba muy seguido llevarle serenata pero a quien también se le daban muy bien eso de vender.

Después de Linares la empresa Singer mandó a Domingo al estado de Aguascalientes en donde siguió haciendo renombre con su gran capacidad de ventas, Florinda siempre atendiéndolo con una entrega constante y transparente que denotaba un amor profundo por su marido y sus hijos.

El siguiente destino familiar fue Acapulco en 1966, tiempo en el que Singer sacó al mercado las maquinas tejedoras por primera vez en México y momento que Florinda aprovechó para que le brotará la empresaria que la habitaba y le pidió a su marido que le permitiera poner un taller de tejido el cual tuvo mucho éxito pues se dedicó a fabricar sandalias que hacían juego con los bikinis de las turistas.

El auge en Acapulco terminó cuando a Domingo la empresa Singer le ofreció irse a Centroamérica a donde ya no fue posible llevarse a la familia, razón única que determinó el fin de la relación laboral. Fue entonces que le ofrecieron ser cliente en una de dos plazas en Tamaulipas, Reynosa o Matamoros.

Este fue justo el momento en septiembre de1968 que Domingo y Florinda ligaron su destino y el de sus hijos a Matamoros y se vinieron aquí a vender máquinas Singer. Llegaron a vivir a la calle 18 entre Bravo y Matamoros y después en la calle Carranza cerca de la Junta de Aguas; y en 1975 finalmente compraron su casa en la colonia San Francisco.

Del éxito en la venta de máquinas Singer en Matamoros pasaron a vender muebles, así surgió Mueblería La Paloma que fue el nombre que propuso Domingo en homenaje a la mascota utilizada en las olimpiadas del 68, año en que llegaron a Matamoros. Pudiera ser que la destreza de ambos para las ventas, él para las máquinas Singer y ella para los muebles en general les daba esa atracción mutua que nunca perdieron.

En 1976 una de sus hijas ingresó a las Guías de México, el equivalente femenino de los Boy Scouts, fue cuando a la Señora Florinda, gracias a las movibles ideas de un espíritu tan profundo y escrutador, se le ocurrió hacer una obra de teatro para recaudar fondos con actores que trajo de Monterrey que le recomendó su familia de allá, primero en el rustico Teatro Reforma y posteriormente en el teatro de bolsillo de Bellas Artes. Así comenzó con las actividades culturales, eran las primeras actividades de promoción que hacía en forma activa y dinámica para presentar el arte en Matamoros.

No cabe duda de que el destino siempre sabe cómo encontrar la manera de atraer para sus fines a la persona que necesita. En 1993, a los 60 años de la señora Florinda, la señora Tony Morales de Yarrington, esposa del entonces alcalde decidió organizar un festival cultural para la ciudad e invitó a un grupo de mujeres mayores para formar un patronato, fue así como surgió el Festival Internacional de Otoño, mejor conocido por su acrónimo como el FIO y la Señora Florinda González de Pérez fungió como su primera presidente de 1993 a 1995 y repitió del 2003 al 2005 y del 2013 al 2015.

Fue una gran esposa para Domingo su marido, quien se dirigía a ella como “Muñequita linda” y ella para con él como “Mi gordo”; él como marido veneró toda su vida su distinguida feminidad así como la tumultuosa y evidente belleza de Florinda; pero también fue una gran madre para sus hijos, mujer de gran entereza que jamás mostró signos de debilidad, nunca la vieron llorar, no por insensible sino simplemente por una evidente e indiscutible fortaleza de carácter pues una mujer que amó el arte y la cultura como ella, jamás podría ser insensible.

Le gustaba pasear todos los días por esta ciudad para ver cuánto había crecido, le decía de esas vueltas a sus hijos: “Voy a gastar gasolina”. Eran los síntomas en sus últimos días de una entrega y amor por su Matamoros querido, con toda su grandeza y majestad.

Ayer 8 de agosto acudió a una cita con su marido, su amado Domingo, quien siete años antes en 2017, el mismo día había partido de este mundo y místicamente la estaba esperando, emulando aquellos días de primavera cuando en el Parque Alameda de Monterrey la vio por primera vez y quedó atrapado de ella para la eternidad.

En una vida tan fecunda como la de Doña Florinda González de Pérez, con una locura santa por la cultura y el fuego del sacrificio generoso a favor de Matamoros siempre quedaran muchos rincones por estudiar, explorar y sacar a luz, hoy Matamoros alaba de ella su constante bondad, la dulzura de sus costumbres y la benignidad de su conciencia.

No habrá velación, solo una misa el sábado 10 de agosto a las 10:00 AM en la iglesia Catedral de Matamoros, así lo pidió ella,

Descanse en paz.

El tiempo hablará.

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