EL NEARSHORING NACIONAL.
Es difícil distinguir los datos de las anécdotas. Todos hemos escuchado la enorme ocupación de los parques industriales al norte del país, las dificultades que tienen para encontrar energía eléctrica, la escasez de terrenos disponibles. También hay falta de trabajadores, alta rotación, salarios al alza, poca disponibilidad. No dudo de los relatos. En cualquier visita al norte del país se nota esa dinámica.
Sin embargo, sigo creyendo que estamos interpretando el incremento en inversión o dinámicas de crecimiento de la economía —que responden más a ciclos económicos que a otra cosa— como si fueran evidencia incontrovertible de que el fenómeno del nearshoring ya está aquí.
Hago una aclaración pertinente. Creo que la relocalización de cadenas productivas de Asia —particularmente China— a México es un fenómeno real con el potencial de incrementar el crecimiento del país y, en caso de que lo sepamos aprovechar, puede incluso cambiar el PIB potencial como lo hizo en su momento el Tratado de Libre Comercio. Sin embargo, creo que, a diferencia de otros países como Vietnam, Polonia o incluso el propio Estados Unidos, todavía no estamos viendo esa derrama que podría llegar.
Todavía no vemos si el cierre de empresas en China se traduce en una apertura de las mismas en México. Todavía no vemos un incremento notorio en la inversión extranjera directa —nuevas inversiones— que permita concluir que el fenómeno ya está aquí y nos estamos ya beneficiando de ello. Las últimas cifras en este sentido reflejan el ritmo usual de crecimiento de la IED, donde además gran parte de la misma, casi 80%, es reinversión de utilidades y únicamente 8% corresponde a nuevas inversiones.
Sin embargo, la evidencia empírica ahí está y no por ser anecdótica deja de ser real. La cifra de inversión fija bruta de agosto mostró otro brinco importante, 31.5% en su comparación anual, que deja muy claro que algo está pasando. Suponiendo que el registro de las cifras sea el correcto, llama la atención el crecimiento de casi 100% —96.2% en su comparación anual— del rubro de construcción no residencial.
¿Qué puede estar creciendo a ese ritmo en un país del tamaño de México? ¡Es que ya llegó el nearshoring! Lo dudo. Los datos pueden estar captando en gran medida el gasto en inversión pública para darle velocidad a las obras públicas emblemáticas de esta administración y terminarlas antes de que acabe el sexenio. No sobra recordar que el presidente López Obrador ha repetido en diversas ocasiones que sus obras no se dejarían inconclusas o formarían parte de la siguiente administración, sino que todo se terminaría antes de concluir su mandato.
Pero quizás la magnitud del cambio no se deba únicamente a la inversión pública, sino también a la inversión privada que, previendo una llegada de recursos dada la oportunidad que México tiene, está preparándose para absorberla. Eso explicaría el auge de los parques industriales y el exceso de demanda laboral que se está observando. El nearshoring todavía es local.
El nearshoring llegará, no tengo duda, pero el sector público tendría que resolver los enormes pendientes que tiene en materia de energía eléctrica, agua tratada y estado de derecho para poder aprovecharlo. El sector privado no podrá hacerlo solo. Si no, será una oportunidad desaprovechada. Otra más.
Valeria Moy. El Universal.
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