locurascuerdas117 dic 20233 Min. de lecturaEl Cuerudo Tamaulipeco. Historias de Tamaulipas. De Jorge ChávezEl Cuerudo Tamaulipeco. Historias de Tamaulipas.De JorgeChávezDecir cronista es pensar en informadores directos, testigos presenciales. Luis Nicolau D’olwer.El cronista debe tener un sexto sentido para intuir donde hay una buena historia presente que contar. Es una de esas cualidades cuyo abuso puede llevar a la locura. Se trata de observar el presente y plasmarlo en una narrativa para que en un futuro se convierta en historia. Nunca he buscado las causas de esa facultad, la poseo y la utilizo, eso es todo. Se trata de analizar los elementos de esa masa heterogénea llamada “pueblo” o “humanidad” y plasmarla en un escrito para dar identidad o sentido de pertenencia.Cabe señalar que en cualquier lugar de Tamaulipas es factible toparse con cualidades buenas o malas. Estas últimas las paso por alto, pero las primeras procuro acentuarlas. Cada lugar es un seminario de historias que contienen héroes, inventores, sabios prácticos y virtudes; todo ello comprimido en personas que viven su vida y al hacerlo hacen la historia del lugar al que pertenecen.Siempre que observo a cualquier ciudadano común me quedo como Dostoyevsky en el mercado de San Petersburgo, imaginando para mis adentros cuántas aventuras y dramas aleccionadoras podemos contar de cada uno, todos tenemos una historia que relatar, cosas horribles y bellas; es la vida misma. Creo que la imaginación no alcanzaría nunca las historias que cada ciudadano tiene y que nadie puede descubrir si no nos acercamos para encontrar esas admirables escenas que surgen todos los días por el azar. Son esos relatos curiosos y memorables que podemos conocer caprichosamente como si fuera una lotería.Entre ciudad Victoria y Matamoros hay una distancia de 322 kilómetros y municipios como Valle Hermoso, San Fernando, Jiménez, Padilla y Güemez. Dichas referencias geográficas, puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que las sabemos todos, pero en el trayecto de dicha carretera tuve una agradable serendipia, un hallazgo valioso que se produjo de manera casual, sin buscarlo, y que también sin temor a equivocarme puedo afirmar que muy pocos están al tanto pero que disfrutarán conocerlo.En noviembre pasado del año en curso, 2023, pasamos por una aglomeración suburbana conocida con el nombre de Ejido El Encinal, en el municipio de Jiménez, a la altura del kilómetro 119, donde se encuentra el emblemático restaurante “El Cuerudo Tamaulipeco”, y acorde con lo planeado desde nuestra salida de la capital, Victoria, apenas divisamos en el camino el lugar, disminuimos la velocidad y nos estacionamos justo en frente. Eran las 3:45 PM. La idea era solo resolver el problema existencial y cotidiano del hambre, pero afortunadamente me esperaba agazapada en el ambiente una fantástica y cautivadora historia que ahora te cuento querido lector.Debo mencionar que cada persona y cada lugar tiene su toque particular. Fuimos recibidos por una de las fundadoras del negocio, la señora María Angélica de León Martínez, y su hija, Brenda Berenice Barrientos de León. Al entrar nos llamaron la atención dos fotos, de las que dedujimos era el dueño, una acompañado con Andrés Manuel López Obrador y otra con el gobernador Américo Villarreal Anaya, ambas tomadas en el mismo restaurante en tiempos diferentes, pero esa historia, que también nos la contaron, puede esperar. La historia comenzó muchos años atrás, cuando el 28 de enero de 1954 nace el niño Jaime Barrientos de León, y cinco años después, el 26 de noviembre de 1959, la niña María Angélica de León Martínez, los dos en el ejido El Barranco, municipio de Cruillas, Tamaulipas. Las limitantes de ese medio rústico y en esencia silvestre solo alcanzaron para estudiar hasta tercero de primaria, porque no había dinero para educarse en la academia; una sola pasión sustituyó la falta de escuela y fue el arduo trabajo, razón por la que desde muy temprana edad conocieron lo que era apoyar con el sustento a la economía familiar.Vivieron su infancia en el medio rural, moldearon su esencia a las exigencias del campo, y con ello, se graduaron en la universidad de la vida que los llevó a entender que el talento es una letra de cambio que la naturaleza otorga a las personas de genio y ellos siendo ricos de esperanza supieron capitalizarlo con el paso del tiempo. En 1976 decidieron unir sus vidas, comenzaron a formar la familia que hoy tienen y nacieron sus cuatro hijos: Ossiel, Javier, Jaime y Brenda Berenice. La señora María Angélica de siempre cocinaba delicioso con una sazón muy del campo. Y por azares de la vida, en 1988, viviendo aún en el Barranco, en Cruillas, conocieron al empresario reynosense Don Félix Mario Garza Peña, a quien le gustó el chicharrón y la barbacoa que ellos preparaban y los conminó para que juntos pusieran un restaurante, así nació “El Tamaulipeco”.Comenzaba una etapa que los llevaría a tener un restaurante en medio de la carretera que visitarían un presidente y un gobernador.El tiempo hablará.Esta historia continuará.
El Cuerudo Tamaulipeco. Historias de Tamaulipas.De JorgeChávezDecir cronista es pensar en informadores directos, testigos presenciales. Luis Nicolau D’olwer.El cronista debe tener un sexto sentido para intuir donde hay una buena historia presente que contar. Es una de esas cualidades cuyo abuso puede llevar a la locura. Se trata de observar el presente y plasmarlo en una narrativa para que en un futuro se convierta en historia. Nunca he buscado las causas de esa facultad, la poseo y la utilizo, eso es todo. Se trata de analizar los elementos de esa masa heterogénea llamada “pueblo” o “humanidad” y plasmarla en un escrito para dar identidad o sentido de pertenencia.Cabe señalar que en cualquier lugar de Tamaulipas es factible toparse con cualidades buenas o malas. Estas últimas las paso por alto, pero las primeras procuro acentuarlas. Cada lugar es un seminario de historias que contienen héroes, inventores, sabios prácticos y virtudes; todo ello comprimido en personas que viven su vida y al hacerlo hacen la historia del lugar al que pertenecen.Siempre que observo a cualquier ciudadano común me quedo como Dostoyevsky en el mercado de San Petersburgo, imaginando para mis adentros cuántas aventuras y dramas aleccionadoras podemos contar de cada uno, todos tenemos una historia que relatar, cosas horribles y bellas; es la vida misma. Creo que la imaginación no alcanzaría nunca las historias que cada ciudadano tiene y que nadie puede descubrir si no nos acercamos para encontrar esas admirables escenas que surgen todos los días por el azar. Son esos relatos curiosos y memorables que podemos conocer caprichosamente como si fuera una lotería.Entre ciudad Victoria y Matamoros hay una distancia de 322 kilómetros y municipios como Valle Hermoso, San Fernando, Jiménez, Padilla y Güemez. Dichas referencias geográficas, puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que las sabemos todos, pero en el trayecto de dicha carretera tuve una agradable serendipia, un hallazgo valioso que se produjo de manera casual, sin buscarlo, y que también sin temor a equivocarme puedo afirmar que muy pocos están al tanto pero que disfrutarán conocerlo.En noviembre pasado del año en curso, 2023, pasamos por una aglomeración suburbana conocida con el nombre de Ejido El Encinal, en el municipio de Jiménez, a la altura del kilómetro 119, donde se encuentra el emblemático restaurante “El Cuerudo Tamaulipeco”, y acorde con lo planeado desde nuestra salida de la capital, Victoria, apenas divisamos en el camino el lugar, disminuimos la velocidad y nos estacionamos justo en frente. Eran las 3:45 PM. La idea era solo resolver el problema existencial y cotidiano del hambre, pero afortunadamente me esperaba agazapada en el ambiente una fantástica y cautivadora historia que ahora te cuento querido lector.Debo mencionar que cada persona y cada lugar tiene su toque particular. Fuimos recibidos por una de las fundadoras del negocio, la señora María Angélica de León Martínez, y su hija, Brenda Berenice Barrientos de León. Al entrar nos llamaron la atención dos fotos, de las que dedujimos era el dueño, una acompañado con Andrés Manuel López Obrador y otra con el gobernador Américo Villarreal Anaya, ambas tomadas en el mismo restaurante en tiempos diferentes, pero esa historia, que también nos la contaron, puede esperar. La historia comenzó muchos años atrás, cuando el 28 de enero de 1954 nace el niño Jaime Barrientos de León, y cinco años después, el 26 de noviembre de 1959, la niña María Angélica de León Martínez, los dos en el ejido El Barranco, municipio de Cruillas, Tamaulipas. Las limitantes de ese medio rústico y en esencia silvestre solo alcanzaron para estudiar hasta tercero de primaria, porque no había dinero para educarse en la academia; una sola pasión sustituyó la falta de escuela y fue el arduo trabajo, razón por la que desde muy temprana edad conocieron lo que era apoyar con el sustento a la economía familiar.Vivieron su infancia en el medio rural, moldearon su esencia a las exigencias del campo, y con ello, se graduaron en la universidad de la vida que los llevó a entender que el talento es una letra de cambio que la naturaleza otorga a las personas de genio y ellos siendo ricos de esperanza supieron capitalizarlo con el paso del tiempo. En 1976 decidieron unir sus vidas, comenzaron a formar la familia que hoy tienen y nacieron sus cuatro hijos: Ossiel, Javier, Jaime y Brenda Berenice. La señora María Angélica de siempre cocinaba delicioso con una sazón muy del campo. Y por azares de la vida, en 1988, viviendo aún en el Barranco, en Cruillas, conocieron al empresario reynosense Don Félix Mario Garza Peña, a quien le gustó el chicharrón y la barbacoa que ellos preparaban y los conminó para que juntos pusieran un restaurante, así nació “El Tamaulipeco”.Comenzaba una etapa que los llevaría a tener un restaurante en medio de la carretera que visitarían un presidente y un gobernador.El tiempo hablará.Esta historia continuará.
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